La licuefacción es un fenómeno geotécnico que ocurre cuando los suelos saturados de agua pierden su resistencia y se comportan como un líquido debido a la presión generada por un evento sísmico u otra carga dinámica.
Esto puede resultar en la pérdida de capacidad de soporte del suelo, lo que puede causar asentamientos diferenciales y daños en las estructuras construidas sobre él.
La licuefacción ocurre principalmente en suelos granulares saturados, como arenas y gravas. Durante un evento sísmico, el suelo experimenta un aumento rápido de presión de poros debido a la vibración, lo que reduce la fricción entre las partículas del suelo y permite que el agua fluya más libremente.
Como resultado, el suelo pierde su resistencia y se vuelve inestable. Para prevenir o mitigar los efectos de la licuefacción, se pueden utilizar diferentes técnicas de cimentación especial, como la mejora del suelo mediante la compactación dinámica, la inyección de materiales estabilizantes o la construcción de pantallas de contención.
Además, es importante realizar un estudio geotécnico detallado para evaluar el potencial de licuefacción en un área determinada antes de diseñar cualquier estructura.