En la construcción de pavimentos, generalmente se utilizan distintos tipos de bases y subbases, dependiendo de las condiciones del suelo, el tráfico esperado y los requisitos del proyecto.
Algunos de los tipos más comunes de bases y subbases de pavimentos son:
- Base granular no estabilizada: Este tipo de base se compone de agregados granulares como grava, piedra triturada o mezclas de agregados, sin aditivos o estabilizantes. La base granular no estabilizada proporciona una capacidad de soporte adecuada y drenaje para el pavimento.
- Base estabilizada con cemento: La base estabilizada con cemento implica mezclar suelo granular con cemento para mejorar sus propiedades. Esta mezcla se compacta y cura para formar una base sólida y resistente a la deformación.
- Base estabilizada con cal: Similar a la base estabilizada con cemento, la base estabilizada con cal implica mezclar suelo granular con cal para mejorar sus características. La cal se utiliza para reducir la plasticidad y mejorar la capacidad de carga del suelo.
- Base estabilizada con asfalto: En este caso, se aplica una capa de asfalto modificado o asfalto reciclado sobre la base granular para mejorar su resistencia y capacidad de carga.
- Base de hormigón: La base de hormigón consiste en una capa de concreto de alta resistencia que se coloca directamente sobre la subbase o el suelo compactado. Proporciona una base fuerte y resistente, especialmente para pavimentos de alto tráfico.
En cuanto a las subbases, estas generalmente se componen de materiales granulares como grava, mezclas de agregados o suelos estabilizados, y se colocan debajo de la base para proporcionar una capa adicional de soporte y distribución de carga.
Es importante tener en cuenta que la selección de la base y subbase adecuadas depende de factores geotécnicos, de diseño y de las condiciones específicas del proyecto.
Se recomienda realizar un estudio geotécnico detallado para determinar los tipos de bases y subbases más apropiados para cada situación.